lunes, 27 de septiembre de 2010

Sin imitación no habría cultura


Con esta célebre frase de Giacomo Rizzolatti finalizaba el programa "Redes" de Eduardo Punset, la tarde de este domingo 26 de septiembre.

Hace ya tiempo que Redes ocupa una destacada posición dentro la programación de calidad televisiva y desgraciadamente sin tenerse que medir con una gran competencia. Dentro de todo el despropósito de programas y personajes de la farándula con los que nos inundan los cada vez más numerosos canales de televisión, resulta casi divertido que sea un programa como redes el elegido. Me resulta casi divertido, porque han dedicado varios programas a los primates y si cambio de canal, me parece seguir viendo redes.



No voy a relatar el programa, pero quiero utilizar el post para compartir algo que me ha resultado trascendente en relación con la cultura organizativa y el desarrollo. Los primates, actualmente se encuentran muy alejados de los humanos, pero por contra compartimos historias muy cercanas y también grandes afinidades. Las circunstancias y alguna que otra innovación cerebral nos distanciaron, y cada especie se adaptó a lo que le he tocado vivir, pero solo esto.  

El Centro de Primates del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, dirigido por el primatólogo Josep Call, estudia el comportamiento y la inteligencia de las cuatro especies de grandes primates -orangutanes, gorilas, chimpancés y bonobos-, nuestros parientes más cercanos. Redes dedica dos episodios a ver qué nos enseñan los simios sobre nuestro propio comportamiento y sobre la importancia del entorno que nos toca vivir a la hora de definir nuestras habilidades, nuestra creatividad y nuestra sociabilidad entre otras. El primatólogo Michael Tomasello, colaborador del mismo centro de Antropología Evolutiva, repasó algunas diferencias con nuestros parientes, desde las formas de aprendizaje hasta el concepto de venganza o las habilidades de cooperación.

Y hoy recuperan de nuevo, gracias a los estudios con monos estas cercanías. Descubrieron unas células cerebrales que se encendían no solo cuando el animal ejecutaba ciertos movimientos sino que, simplemente con contemplar a otros hacerlo, también se activaban. A estas células neuronales se les llamó neuronas espejo o especulares. En un principio se pensó que simplemente se trataba de un sistema de imitación. Sin embargo, los múltiples trabajos que se han hecho desde su descubrimiento, indican que las implicaciones trascienden, y mucho, el campo de la neurofisiología pura. El sistema de neuronas espejo permite hacer propias las acciones, sensaciones y emociones de los demás. Su potencial trascendencia para la ciencia y el management es enorme.

Cuando se observa una acción hecha por otra persona se codifica en términos visuales, y hay que hacerlo en términos motores. Antes no estaba claro cómo se transfería la información visual en movimiento. Otra cuestión muy importante es la comprensión. No sólo se entiende a otra persona de forma superficial, sino que se puede comprender hasta lo que piensa. El sistema de espejo hace precisamente eso, te pone en el lugar del otro. La base de nuestro comportamiento social es que exista la capacidad de tener empatía e imaginar lo que el otro está pensando.

Bien, por ahora podríamos decir que humanos y monos comparten algunas cosas, o al menos con unos más que con otros.  Aunque el mensaje más importante de las neuronas espejo es que demuestran que somos seres sociales, de verdad. La sociedad, la familia y la comunidad son constructos realmente innatos. Rizzolatti, apuntaba en una entrevista, que nuestra sociedad intenta negarlo y por eso los jóvenes están tan descontentos, porque no crean lazos. Ocurre algo similar con la imitación, seguía indicando Rizzolati, en Occidente está muy mal vista y sin embargo, es la base de la Cultura. Se dice: "No imites, tienes que ser original", pero es un error. Primero tienes que imitar y después puedes ser original. Para comprenderlo no hay más que fijarse en los grandes pintores, incluso las tendencias de moda al vestir u otras.



Las neuronas espejo se activan también cuando no ves la acción, cuando hay una representación mental. Su puesta en marcha corresponde con los mapas mentales. La parte más importante de las neuronas espejo es que es un sistema que resuena. El ser humano está concebido para estar en contacto, para reaccionar ante los otros. Y aquí ya podríamos llamar a los señores Boyatzis o Goleman, para hablar de su inteligencia emocional. Seguro que nos situarían todavía más cerca de los primates. Aunque no aventuraría el lugar en el que quedarían las nuevas tecnologías y redes sociales respecto a esta resonancia.

Para que las neuronas espejo funcionen, es necesario que previamente exista la información a reflejar. Es en el útero de la madre donde se aprende el vocabulario motor básico, o sea que ya tenemos ese conocimiento, el básico, que es puramente motor. Más tarde, al ver a otros, el individuo se sitúa en su propio interior y comprende a los demás. La visión, en este caso es la que crea el vínculo. El Dr. Clare Graves, a través de la memética nos explicaba como estos memes o unidades de información cultural se podían trasladar de generación en generación, como lo hacen los genes. ¿evolucionista?.



Así, se podrían explicar, en palabras de Rizzolati, determinados trastornos como el autismo. Si  el sistema motor, no se ha organizado adecuadamente, las neuronas espejo no llegan a desarrollarse. De esta manera al no poder relacionar los propios movimientos con los de los demás, el resultado es que un gesto de acercamiento puede resultar para el autista una amenaza.

En las organizaciones sucede lo mismo, si no se ha organizado el sistema motor, si no se ha generado previamente la imitación, es muy probable que determinados comportamientos puedan resultar cuando menos confusos o amenazadores. Por eso, prácticas como el mentoring ayudan a consolidar las neuronas espejo, que por otro lado, la mayoría de ellas se encuentran en el sistema límbico, centro emocional y residencia de nuestras decisiones.