martes, 16 de noviembre de 2010

La web 2.0, o una cultura para todos

Hace unas semanas con motivo de una conferencia-debate online expuse y posteriormente compartimos algunas reflexiones e ideas sobre el papel de la cultura en la efectividad de una empresa.

Pude recoger en el transcurso del mismo, que para muchos, al igual que para mí, es un tema relevante y no trivial. A demás, de igual modo, en conversaciones diarias he ido sondeando algunas apreciaciones que aún pueden prestarse a confusión, en mi opinión con facilidad, ahora sí, trivial. Así, por ejemplo, es sencillo que la cultura organizativa sea relacionada con el nivel educativo de sus integrantes, la inversión tecnológica o la participación en foros y benchmark sobre gestión. Alguien a modo jocoso y poco apreciativo hacia sí mismo, podría decir, situación real, que no tienen mucha cultura en su organización. También, es más habitual aún que se establezcan relaciones simétricas con el clima y esto se produce incluso en círculos identificados como expertos en la gestión de personas o de RRHH para el que así lo prefiera. Apreciado lector, nada más lejos de la realidad, los dos ejemplos expuestos están relacionados con la cultura, pero no son cultura en sí. El nivel educativo de los integrantes es un artefacto cultural y como tal tiene su margen de contribución a la misma, bien hasta aquí. El clima es consecuencia de la gestión que se realiza de la cultura y viene determinado por el grado de satisfacción de los colaboradores con algunos artefactos culturales como son los sistemas de reconocimiento, formas de promoción, la comunicación interna, el liderazgo de sus jefes, etc.

Durante la exposición, mostré los resultados de una encuesta publicada hacía unas semanas en Linkedin.


Cual fue la sorpresa al comprobar, que aunque los cinco items hablasen de efectividad organizativa, solo 26% situaron como principal aportación la "efectividad organizativa". En el extremo opuesto, sin embargo, nos encontramos con que nadie voto como principal beneficio de su gestión, que "permitiese aunar esfuerzos" o "simplificar complejidad por resultados", ambos también reflejo de efectividad organizativa.

Si la cultura es un driver de gestión principal sobre la forma de pensar y mejores prácticas para hacer las cosas, ¿cómo no nos va a permitir aunar esfuerzos y simplificar la complejidad por resultados?. En este último punto, en las organizaciones nos encontramos muy perdidos, muchos ratios y cifras, pero cuando, por ejemplo, a un equipo comercial se le dice que tiene que vender más, pero no se trabaja desde él y en el cómo, ya lo tenemos todo dicho ¿verdad?.



Voy al meollo de la web 2.0, porque habitualmente estamos escuchando y leyendo acerca de la cultura 2.0 en las organizaciones. Entiendo que puede ser un titular de captación de atención, un insight de moda o mucho más, porque yo también participo en las redes sociales y soy un convencido de su futuro y necesidad de integración en las organizaciones.

Ahora bien, las tecnologías colaborativas 2.0 o las futuras 3.0 o las predecesoras 1.0 son artefactos culturales, es decir, producto de los nuevos tiempos, las nuevas formas de pensar y de relacionarse. Para incorporarlas de forma efectiva, hay que gestionar primero la cultura de la organización antes de nada, como somos, como nos vemos y como nos gustaría ser, con nuestras capacidades, preferencias y disposición de cambio. Al incorporarse a cualquier organización, tendremos herramientas, sistemas, procesos, funciones, roles, etc. etc. que gestionar dentro del artefacto cultural de la comunicación, de este particular artefacto de la comunicación 2.0.

Por tanto 2.0, ni es cultura ni es una cultura para todos. Es un artefacto cultural y sí que puede ser para todos, en la medida que somos capaces de integrarlo y desarrollar las nuevas formas de pensamiento y relación que en cada contexto organizativo, requieren los nuevos tiempos. La clave, como siempre, está en la transformación de los patrones de pensar y maneras acerca de como es mejor hacer las cosas. Esta es la que nos da la sostenibilidad y ventaja competitiva.