Entrado ya en la segunda década del siglo XXI, no podemos seguir hablando de lo nuevo o las tendencias de futuro. Esta es ya una nueva Era, con presente consolidado por diferentes maneras de ver el mundo, entender sus problemáticas y resolverlas.
Siempre he reconocido las contribuciones que
Covey y otros habían realizado, siempre moviéndose entre el marco normativo de la autoridad reconocida, la recompensa de la zanahoria y el calor del grupo y sus sentimientos. Apuntaba también, que pese a estas contribuciones, los resultados no llegaban demasiado lejos,
Beck y Cowan, nos hablaban de que se quedaron en la superficie.
Hasta el momento, se ha atendido de forma parcial la complejidad humana, las dinámicas del liderazgo y su peso sobre la cultura organizativa. Se ha apretado alguna clavija de los artefactos culturales, dado alguna pincelada a la imagen, la comunicación e incluso implantado algún sistema de seguimiento o tecnología que tampoco ha ayudado a andar más cómodos ni más lejos.
Podríamos hablar de que estamos en un época de limbo o transición, donde seguimos esperando similares acciones, reacciones y resolución de conflictos a los que hemos tenido hasta el momento. Cuando las condiciones cambian, cambiamos nuestra psicología y forma de ver el mundo, para adaptarnos y dar mejores respuestas. En todos los tiempos, han existido personas con la perspectiva y personalidad para enfrentarse a los diferentes niveles de complejidad. Ahora estamos en tiempos nuevos, que requieren nuevas formas de pensar. Aquellos que pueden ver más allá de la complejidad y actuar sobre todos y cada uno de los diferentes estilos de pensamiento, sin quedarse atrapado en uno solo, son los que escalan los momentos de turbulencia y sustituyen viejos patrones y marcos conceptuales por los nuevos.
En la antigüedad, los líderes, eran chamanes, guías del miedo de las personas de su pueblo frente a lo desconocido y aterrador de las fuerzas de la Naturaleza. Ahora, en la segunda década del XXI, serán alquimistas de transformación de status quo, del liderazgo de sistemas en brillantes oportunidades, de manejarse en un espacio psicosocial abierto y mucho más amplio que el existente. Estos nuevos alquimistas, son maestros de las fuerzas dinámicas que actúan en personas y organizaciones.