Si guardas en tu puesto la cabeza tranquila
cuando todo a tu lado es causa perdida;
si tienes en tí mismo una fe que te niegan
y no desprecias nunca las dudas que ellos tengan;
si esperas en tu puesto, sin fatiga en la espera;
si engañado, no engañas;
si no buscas mas odio que el odio que te tengan...
Si eres bueno y no finges ser mejor de lo eres;
si al hablar no exageras lo que sabes y quieres.
Si sueñas y los sueños no te hacen esclavo;
si piensas y rechazas lo que piensas en vano.
Si tropiezas al triunfo; si llega tu derrota
y a los dos impostores los tratas de igual forma.
Si logras que se sepa la verdad que has hablado
a pesar del sofisma del orbe encanallado.
Si vuelves al comienzo de la obra perdida,
aunque esta obra sea la de toda tu vida.
Si arriesgas en un golpe y lleno de alegría
tus ganancias de siempre a la suerte de un día
y pierdes y te lanzas de nuevo a la pelea
sin decir a nadie de lo que es y lo que era.
Si logras que tus nervios y el corazón te asistan
aun después de su fuga de tu cuerpo en fatiga
y se agarren contigo cuando no queda nada;
porque tú lo deseas y lo quieres y mandas.
Si hablas con el pueblo y guardas tu virtud.
Si marchas junto a reyes (buena gente) con tu paso y tu luz.
Si nadie que te hiera llega a hacerte la herida.
Si todos te reclaman y ni uno te precisa.
Si llenas el minuto inolvidable y cierto
de sesenta segundos que te lleven al cielo...
todo lo de esta tierra será de tu dominio
y mucho más aún: serás HOMBRE, hijo mío.
Joseph Rudyard Kipling