Hace unas horas una buena amiga y mejor profesional aún, me remitía un enlace al artículo "tenemos un vampiro emocional en la oficina", publicado recientemente en el diario Expansión. El motivo, es que cree verse identificada con Van Helsing en su caza de chupadores, de emociones en este caso, eso sí.
Es interesante el asunto tratado y comparto en gran medida, que es en el desarrollo de la inteligencia emocional, donde el líder, al igual que Van Helsing puede hacerse fuerte en su lucha contra el mal. Es en la percepción intuitiva y holista, pero consciente donde está el sustento de la fuerza.
En particular, me llama la atención el tratamiento que se sigue dando al mundo interno de las empresas, en este caso hablando de ecosistema. Sigo viendo una perspectiva muy cerrada y poco vital para un mundo profesional como el actual, donde las relaciones entre organismos vivos y el medio físico en el que se producen son mucho más amplias que las cuatro paredes de una oficina. Donde en el caso particular del mundo empresarial que tenemos en nuestro país, lamentablemente, debe ampliarse.
Con lo que yo me plantearía también, ¿qué es lo que un líder puede hacer?. No solo para detectar y combatir a los vampiros emocionales, sino también crear un espacio de luz permanente que impida su aparición.
1.- Pensar a lo grande. Si el ecosistema es muy pequeño, la colonia de organismos vivos es fácil que se infecte por completo, es necesario mantener un horizonte abierto y amplio, con aire fresco y renovado. Esto, quien en algún momento haya tenido peces lo sabe, un acuario muy grande es más fácil de mantener que uno pequeño.
2.- Visión compartida, siempre. Para lo que es necesario crear espacios de aportación para todos, donde en la amplitud cada cual tenga su intimidad, su espacio para moverse y expresarse.
2.- De lo general a lo particular. Pues desde lo abstracto y con un proceso bien guiado, es más fácil llegar a conseguir creatividad de la gente en lo concreto. Si das las cosas hechas, la gente, sin estímulo por el trabajo se acomoda y busca estímulos en otras partes más oscuras.
3.- La confianza es como el ajo para los vampiros. Repartiendo confianza es la mejor forma de conseguirla y evitar que los vampiros aparezcan.
4.- Celebrar y reconocer. Siempre que se tiene oportunidad, hay que estar pendiente de celebrar. Para ello, ceder protagonismo a otros es una manera de celebrar y a muy bajo precio.
5.- El coste de oportunidad. Es lo que mantiene en mente como prioritario un líder que comparte, es decir, cual es el coste para mí y para la empresa de olvidar las premisas anteriores.
Después de haber seguido leyendo, surge también para mí la gran pregunta de ¿qué hacer cuando ya tenemos un vampiro?. En mi opinión no hay recetas milagrosas para ello, pero sí algunas cosas que funcionan para el líder como antídoto:
1.- Un ecosistema de luz ahuyenta a los vampiros. Dentro del mismo, con mucha luz se debilitan.
2.- El vampiro puede ver la oportunidad del cambio. Y este si que es un aspecto en el que solo en parte puede ejercer su influencia el líder. Podemos acelerar el cambio, pero este siempre sigue sus etapas y el vampiro, debe pasar por ellas antes de cambiar, si es que finalmente lo hace.
Por último, mi recomendación, es aprender algo de memética. La sensibilidad a la forma de pensar y hacer las cosas en el ecosistema nos dará guiones para liderar en el mismo.