Hay cosas que no se pueden cambiar, como la dirección y fuerza del viento, la potencia del mar, el tamaño del oleaje o la corriente. Pero sí que podemos adaptar nuestra navegación, cambiar nuestros bordos, el tamaño de nuestra vela o intentar coger las olas en nuestro favor. Conservar la calma, reservar las fuerzas y alinearnos con el temporal nos permitirá volver a tierra.
Correr el temporal implica seguir mirando al horizonte, sin perderlo de vista e intentar disfrutar de la navegación. La tempestad termina, amainará de nuevo el viento y otra vez desearemos tener unas condiciones fuertes que nos pongan a prueba y nos hagan sentir que somos quienes dirigimos el rumbo de nuestras vidas.
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