miércoles, 18 de agosto de 2010

¿Hablamos de Big Bang?


¿Qué directivo no soñó despierto con una fuente inspiradora interminable, energía inagotable para acometer retos y una sutil atmósfera de pasión entre caos y orden que le aportasen serenidad y compromiso a su sueño?


¿Quién no soñó con la simplicidad para resolver la complejidad?

La teoría del Big Bang o teoría de la gran explosión fue para la astrofísica, un modelo científico de dar respuesta al origen y desarrollo del Universo desde una singularidad espaciotemporal, un sueño de simplicidad mínima para una complejidad infinita.

Soñamos mucho, pero lamentablemente en la mayoría de ocasiones conservamos conscientemente muy poco de nuestros sueños. Pero yo tuve uno que fue todo explosión, en el que luché por mantenerme despierto. Es el que hoy quiero compartir contigo, porque tú seguramente también eres apasionado y navegante y no sentirás miedo de adentrarte en nuevos escenarios de entendimiento e interpretación. Y si es así, si eres permeable y estás abierto, estás preparado para seguir leyendo.

Durante las últimas décadas los cambios rápidos han sido tanto epidemias como oportunidad para las organizaciones, por lo que en cualquiera de los casos quienes lo consideraron como algo que se debía soportar y superar, se atrofiaron y en el peor de los casos desaparecieron. Y no es de extrañar si revisásemos los fundamentos y métodos utilizados. Sin embargo, aquellos que lo acogen, lo integran, crecen con él y lo despojan de todo lo innecesario, dotándolo en exclusivo de Oportunidad, prosperan. Las empresas más duraderas no siempre son las que mejores resultados económicos han logrado históricamente. FOSTER, Richard y KAPLAN, Sarah en su obra “Creative destruction” muestran esta contrastable paradoja que nos lleva a comprobar como aspectos como la rigidez cultural, ausencia de innovación o falta de visión en el medio y largo plazo a través de la  inversión en activos intangibles son los que explican los ascensos, descensos o desaparición de muchas organizaciones.

Si paramos y miramos a nuestro alrededor, lo que descubrimos es una vorágine de información desmesurada, nos damos cuenta de haber realizado más avances en el pasado siglo y presente década del XXI, que en toda la historia de la humanidad, descubrimos entre incertidumbres e incomprensiones, necesidades que cubrir inexistentes en épocas anteriores y parece darnos vértigo todas las sensibilidades a cuidar y mimar, como son la globalidad del mundo en el que vivimos, el efecto que la diversidad tiene como consecuencia de lo anterior y sobre todo las nuevas demandas de responsabilidad social a las que dar respuesta. Así, nos preguntamos ¿cómo son posibles tantos cambios?, ¿hasta dónde podremos seguir cambiando?, ¿cuáles son nuestros límites? y sin embargo ante este mismo hecho toma relevancia la sensación de parálisis que tenemos ante tanta saturación.

Pero ¿cómo se producen los cambios?, ¿qué hay en nuestro ADN, en el modo en que el cerebro origina la mente que produce esas nuevas perspectivas y pensamientos?, ¿algo invisible, intangible pero poderoso dirige los cambios y secuencias de transformación? ¿qué es?, ¿una fuerza poderosa?, ¿un patrón científico?, ¿un espíritu místico?, ¿una ley cósmica?, ¿pura casualidad?, ¿el dado de Dios después de todo? o ¿el genio de la lámpara?

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